En realidad es bastante tarde ya que cuento con 75 años de edad. A pesar de todo quiero intentar, en rasgos generales, destacar lo más importante de mi vida y que pudiera revestir de algún interés para mi descendencia. Es posible que se encuentre entre ellos alguno que sienta el mismo interés que yo sentí por la vida de mis antecesores. Lamento mucho que ellos no hubieran tenido la ocurrencia de escribir sobre sus vidas, que en la mayor parte de las veces deben haber sido ricas en importantes sucesos. Aquella decisión nos hubiera acercado mucho más a ellos.
Hasta donde puedo remontarme en mi árbol genealógico, eran todos mis antepasados fabricantes de telas. Debido a que esta actividad comenzó sólo después del 1600 en Reichenberg, mis investigaciones no se remontan a tiempos anteriores a éstos. Consecuentemente, mi padre también fue fabricante de telas en sus comienzos, ya que luego, en la medida que yo crecía, como su noveno hijo, él dejó este oficio por el de comerciante en algodón y lana.
De la época en que asistía a la escuela, recuerdo muy pocas cosas, una de ellas es el siguiente hecho: había ido donde el sastre Glitach en el río Neisse, allí donde la calle Röcheitzer hace un gran codo antes de llegar al "Gute". Era el día sábado y nos bañábamos en una gran tina de madera con agua caliente que conseguíamos en el molino de la ciudad o de la fábrica Demuth. Nos habíamos retrasado bastante. Con el objetivo de apaciguar el ánimo de mi madre, recogí flores ('No me olvides') que se las entregué apenas llegamos. Sin embargo, de nada sirvió. Cuando me desvistieron, recibí la esperada golpiza.
Mi primer año de clases transcurrió en la Altstädter: Escuela del pueblo (Volks schule). Si mi profesor de entonces se llamaba Hofmann es algo que no puedo asegurar ya que puede ser producto de mi imaginación. Al igual que no recuerdo si es mi imaginación o realidad que, durante una clase, el profesor o un alumno, repentinamente quedó ciego.
Los próximos cuatro años los pasé en el recién construido colegio estatal del "Viertler". En esta época estuve mucho tiempo ausente de clases, debido a una fuerte afección de paperas o escarlatina. Para superar el tiempo perdido, recibí a domicilio, clases particulares. En ese entonces nuestra casa quedaba en la calle Färbergasse 6. Las clases me las hacía el que en aquel tiempo tenía 32 años y tres cuartos, señor Legler, quien más tarde sería diputado. Finalmente tuve de profesor al señor Schneider.
Yo dormía entonces en la pieza que daba hacia el patio, en una cama de madera para niños, cuya parte desarmable muchas veces se usaba como escalera, para que por ella pudiera escalar a través de las angostas ventanas hacia el living o sala de estar. Otra de las entretenciones consistía en colocar la tabla de planchar sobre la escalinata y luego deslizarme sobre ella, yendo a parar a la antesala, la cual sólo posteriormente fue separada, por un compartimiento de madera, de la descendente escalera. En esa época me mudé hacia aquel lugar, en donde dormía en un sofá cama, hasta la edad en que ingresé a la Universidad de Praga.
Las travesuras y acontecimientos en que participé durante mis estudios secundarios, fueron objeto de un trabajo escrito y titulado "La Färbergasse medio siglo atrás", y que escribí en el año 1930.
Yo era muy aficionado a la música; aprendí a tocar piano donde mi hermana Heduvig y tocaba de buenas ganas a cuatro manos, especialmente con mi compañero de estudio Richard Sigmund, el cual vivía en la calle Panalgasse. Entre otras, interpretábamos temas de Mozart, Weber, Spohr, Kreuzer, Rossini, etc., o bien acompañaba las canciones de mis preferidos Rob Franz y Plüddemann.
Estimulado por mi profesor de alemán, señor Maschek, me dediqué un tiempo a la literatura, devorando no sólo los autores clásicos sino que también los de aquel entonces en boga, como Gutzkow, Spelhagen, Ful Wolff, entre otros.
También la política comenzó a inquietar nuestros ánimos. El peligro de la paulatina checoeslovaquización acrecentó nuestra conciencia alemana. De modo que al terminar ese período de estudio, con una graduación (Reifeprüfung) al día 3 de julio de 1885, los 25 integrantes que ofrecimos a nuestro profesor de latín, señor Reb Müller, una serenata en la cual a cuatro voces le cantamos el "Integer Vitae"; pasamos luego a integrar organizaciones relacionadas a lo anteriormente dicho.
No quisiera olvidar de mencionar que también poseíamos un club de poetas o de poesía, en el cual se leían públicamente nuestros artísticos esfuerzos ante un atento público. Muchas de estas poesías fueron motivadas en las clases de baile, a las que podíamos asistir en los últimos años y que recuerdo con cariño.
Mientras algunos de mis compañeros ingresaban en las organizaciones juveniles o estudiantiles (Burschenschaft) de Praga, como la "Carolina", "Albia", "Ghibellinia", "Wiener Alben" o "Grazer Steyren", yo fui influido por el que más tarde sería mi compañero (Leibkursch), barón Weno Peche, a ingresar a la, ya libre de judíos, organización estudiantil "Teutonia", a la cual pertenecieron personajes que a futuro iban a tener una connotada importancia en las luchas populares y políticas, como Raphael Pacher, Dr. Titta, Kiesslich, Dr. Riedel y otros. Yo sólo nombro estos pocos de los muchos y muchos acreditados alemanes que se destacaron en la organización para demostrar que los valores que ésta se había fijado como meta, o sea, el valor, el esfuerzo y la conciencia nacional, rindieron sus frutos.
Yo vivía en aquel entonces en la calle Jerusalén, cerca de la Iglesia Heinrichs kirce en casa de la familia Müller, quienes poseían dos agraciadas hijas. Esta familia cuidaba a mi compañero Adolf Janetsch por sólo 25 fl al mes, como si fuéramos sus propios hijos.
VIDA MILITAR
En octubre de 1886 ingresé como voluntario-anual en el 22 Batallón de Cazadores de Campo (Feldjäger), que se componía de reclutas de la zona del Eger y cuyo cuartel se ubicaba en Awjez. La primera mitad del año serví, financiado por el Estado, por lo cual debía habitar en el cuartel; solamente en la segunda mitad del año pude servir pagando mis costos, gracias al hermano de mi padre, Eduardo, lo que me permitió vivir en forma privada hasta terminar el servicio. Este hermano de mi padre era un pudiente comerciante que trabajaba en la venta de azúcar, algodón y seguros. Debido a que nunca tuvo hijos con su esposa, la tía Enriqueta deseaba que ingresara a su actividad. Sin embargo no acepté su ofrecimiento. Posteriormente, con los años, más de una vez pensé que hubiera hecho bien en seguir su consejo.
Terminado mi servicio, el uno de enero de 1888, con el grado de Teniente en el Quinto Batallón de Cazadores, tuve que asistir a entrenamiento en Hungría (Hradisch), con el recientemente incorporado fusil de repetición, debido a que amenazaba un conflicto bélico con Rusia. Más tarde tuve entrenamiento militar en 1891 en Bielitz, en 1893 en Brünn y en 1894 en Olmütz. Después de esto, no tuve más incursiones en la vida militar, ya que durante la Primera Guerra Mundial tuve que ejercer en mi condición de profesor, labor que fue considerada como imprescindible.
IDIOMAS
Debido a que en el colegio estudié inglés con el profesor Hübler y francés en forma privada, tomé la decisión de seguir estos ramos como esenciales y el alemán en forma secundaria, por lo cual asistí a la cátedra del profesor Brandl, Cornu, Saver, etc. Cuando el profesor Brandl del ramo anglística fue llamado a Berlín y no se nombró reemplazante, me vi obligado a continuar mis estudios en Viena. Allí asistí en otoño de 1888 a las clases de francés del profesor Mussafia; Schupper de inglés, y Heinzel y Wenor en alemán. Junto a esto asistía a clases de pedagogía y otras disciplinas que me interesaban, como el árabe y armonía. Lo último, con el entonces no muy conocido Anton Bruckner, que durante sus clases se quejaba en forma casi infantil del "terrible" Hanslick, conocido crítico de la 'Nueva Prensa Libre'. A éste culpaba Bruckner por no poderse abrir paso como músico. Aún conservo su firma con la cual él me autorizaba a asistir a sus clases.
Durante mi permanencia en Viena, viví primero en Währing, en la calle Schul gasse, con mi colega del tiempo del colegio, Gustav Appelt, que luego se desposó con la hija de la dueña de la pensión. Luego viví en la calle Spital gasse en Alsergrund, también con un compañero de Reichenberg, Thiodor Reitterer, que luego se casó y terminó siendo inspector en una escuela de campo. Finalmente viví solo en la calle Laderer gasse.
Mis nervios comenzaron ya en aquel entonces a producirme dificultades, para lo cual recurrí a un tratamiento con base de aguas en los baños Brünnel bad en Alsergrund. En aquel lugar efectué algunos trabajos de jardinería que me proporcionaron los primeros pesos para mis cigarros. Debo hacer notar que en mi juventud casi nunca fumé. Solamente fueron algunos tímidos empeños de hacerlo. Entre mis pertenencias había una larga pipa que sólo poseía porque era moda entre los estudiantes. También para el consumo de alcohol fui muy moderado en mi juventud. Actualmente sólo tomo cuando alguna actividad social me lo obliga.
El hecho de que en esa época conociera el amor, es algo muy lógico, ya que como todo muchacho normal, me sentía atraído por la mitad hermosa de la humanidad, a pesar de que comparado a los demás de mi edad, era extremadamente tímido. En relación a estas cosas del corazón, no quiero entrar en mayores detalles ya que si bien soy dueño de mis secretos, no lo soy de los de demás. Naturalmente había también muchachas en Reichenberg, con las cuales bailábamos o hacíamos paseos en las vacaciones. Era costumbre de la época que siempre nos acompañaran 'damas de guardia'. Con algunas de estas muchachas intercambio, aun hoy, saludos de año nuevo y en semana santa.
En otoño de 1892 debió comenzar para mí la parte seria de la vida. El grupo de ramos que había elegido había resultado muy conveniente. Mientras que los matemáticos, historiadores y representantes de otras especialidades se hallaban en grandes cantidades, los modernos filósofos eran disputados por su escasez. De todos los trabajos que se me ofrecían elegí el de la Escuela Superior de Leitmeritz.
El año que pasé ahí como suplente fue uno de los más felices de mi vida, gracias en gran parte a que la familia en donde vivía se esmeraba en hacerme sentir como en mi hogar.
Al llegar a Leitmeritz consulté al mozo de la Escuela si podía recomendarme alguna habitación. En respuesta a esta consulta, me llevó personalmente a la casa de la viuda del profesor Heller, que había fallecido poco antes. El recién llegado profesor de religión a la ciudad, también solicitó habitación en la misma casa. La señora Heller era originaria de Tirol del sur y muy religiosa. Al presentarme a ella, pensó que yo era el profesor de religión y, acorde a las costumbres de su patria, intentó besarme las manos.
Allí tenía a disposición un dormitorio y una pieza de estar, por 6 fl al mes. Para el almuerzo, más una cerveza, pagaba en el restaurante, 9 fl al mes. Para la cena, compraba cualquier cosa. En resumen, no gastaba más de 20 fl al mes. Como mi sueldo alcanzaba a 60 gulden al mes, me permitió colocar el fundamento de mis ahorros.
Con los miembros de la querida familia Heller mantengo aún contacto. De los aquel entonces niños de cinco a seis años, murió la niña siendo ya profesora. La señora Heller murió hace más o menos dos años. El hijo me escribió hace poco, en su calidad de Comandante de Dresden.
La vida en Leitmeritz era en aquel entonces sumamente agradable. Yo era miembro del club de remos 'Germania' y del Wolspük klub, siendo invitado a las presentaciones y agasajos de las familias más nobles y distinguidas. No debo olvidar que fue allí donde por primera vez anduve en esquí y nada menos que en las alturas de Lauda, llamada así en honor a mi director. Los esquíes me los mandé a hacer donde un carpintero.
Al fin del año escolar, el 3 de julio de 1893, hice mi examen final en Viena. El segundo año ya no ejercí como suplente, sino como titular. Luego me trasladé a Neutitschein, en donde me fui a vivir a la pequeña villa del cerrajero, en la calle Ruzicka gasse, en la periferia de la ciudad, de donde tenía una hermosa vista a las ruinas de Altiilschein. En este hogar bendecido por tres niños, también llevé una linda vida de familia.
Hace pocos años cuando regresaba de Köbölkut, en donde visité a Walli, hice intencionalmente un largo rodeo por Neutitschein, en donde dormí calurosamente acogido por la hija mayor, en la misma pieza y cama de hace 50 años atrás.
PRIMER MATRIMONIO
En aquella casa tenía pensión completa y comía en la misma mesa de la familia, junto a una señorita que, poco antes de mí, arrendara una pieza en el primer piso. Se trataba de Walburga Klenner, profesora que había sido trasladada de Rotwasser en Moravig a Neutitschein, cuyos padres vivían en Trautenau, en donde la señorita ya había hecho clases de alemán y geografía. De cómo fue, que ya en semana santa del próximo año nos pusimos de novios, para luego casarnos en agosto, lo describe ella muy bien en un folletín (Zeitungs foulleiten). Por supuesto, como novio feliz, ese año en el Escuela Real de Neutitschein, transcurrió rápidamente y antes de lo que pensaba, tuve que despedirme del hogar querido. El director de la escuela donde ejercía se llamaba Tuschena. El noviazgo lo celebramos en Reichenberg, pero previamente nos detuvimos en Trautenau, para presentarnos ante los padres de ella.
Mi esposa era una gran amante de la naturaleza y cuando le mostré los hermosos bosques de mi patria, había nevado copiosamente. Allí le presenté a un amigo de muchos años, apodado "la vieja sombra", que desde muchos años se encontraba ciego. Cuando yo era estudiante, durante mis vacaciones, lo acompañaba a diario a largos paseos al interior del bosque. Allí se econtraban con él, antiguos ciudadanos de Reichenberg, como el molinero Jacob, el padre Eiselt, el profesor Schütze y otros... poseo una muy buena foto de mi amigo, que fue tomada por mí, sin que él se diera cuenta, en el punto de encuentro habitual, sumido profundamente en sus pensamientos (en un banco del camino de Annenwege).
En agosto nos casamos en Trautenau muy de madrugada. Luego del desayuno en el hotel 'Klein', viajamos rápidamente hacia Reichenberg. En Altpaka nos detuvimos por un mayor tiempo para almorzar y descansar de las incomodidades del viaje. Al anochecer llegamos a Reichenberg, donde transcurrió el resto de nuestras vacaciones.
Después viajamos hacia Elbogen, en donde había obtenido, mientras tanto, un puesto en la Escuela Estatal Real. Mi esposa había conseguido anteriormente una habitación en la villa de un dibujante de porcelana, que estaba ubicada en la calle Karlsbader, frente a la casa de tiro. En 1941, cuando viajé a Elbogen, me alegré mucho de encontrar al matrimonio de aquella casa en perfectas condiciones de salud.
Allí transcurrieron cinco felices años y es allí donde nacieron tres de los cuatro niños que al comienzo íbamos a tener: Ernst, Wilfrude y Edith, mientras que Walburga, la segunda mayor, nació en mi casa paterna en Reichenberg, durante una estadía en aquel lugar. Todo esto era un proceso oneroso para mi ingreso, ya que por prescripción médica, debíamos mantener una nodriza. Mi director, que se llamaba Diuvis, comprendiendo la situación, hizo una petición a las autoridades, señalando que con todos los descuentos no me alcanzaba ni para comprar manzanas. Como resultado recibí un aporte, de una sola vez, de 100 gulden.
En Elbogen, esa hermosa y pequeña ciudad a orillas del río Eger, en la cual todos se conocían, reinaba una gran actividad social. El centro de esta actividad lo constituía el casino, cuyo presidente era el profesor Pachmaun, aunque en la práctica lo era su mujer. Con este matrimonio nos unió una gran amistad, alternativamente pasábamos una velada en su casa y ellos en la nuestra. En este casino tuve que aparecer una vez frente al público, el cual, mientras aplaudía, yo enfrentaba con el corazón latiendo aceleradamente.
Nuestra ambición en aquel entonces era también que nuestros hijos aprendieran el francés, desde temprana edad, motivo por el cual acogimos en nuestra casa a la señorita Clotilde De Feux, que a su vez quería aprender alemán. Era una persona muy agradable, oriunda de Bruselas, que se esmeraba seriamente en su quehacer. Como fruto de sus esfuerzos, los niños no sólo terminaron entendiendo el francés, sino que además comenzaban a balbucearlo. Aún poseo saludos de cumpleaños y poesías para el día del santo de la señorita, pero que recitaban mis niños.
CRISIS NERVIOSA
Lamentablemente, en aquella época hizo crisis mi sistema nervioso, manifestándose en su forma más desagradable, como temor a los espacios abiertos. Este síntoma ya lo había comenzado a sentir en Praga. A raíz de esto se me otorgaron vacaciones, las cuales pasé en parte en la clínica naturista de Zummermann de Chemnitz y parte en Giesshübel, sin que en realidad sintiera ninguna mejora. El hacer clases se me hizo un suplicio y a pesar de que que el colegio no se encontraba a más de cinco minutos de distancia de nuestra vivienda, muchas veces no podía ir solo hacia el establecimiento, debiendo acompañarme alguien.
Cuando en otoño de 1899 fui trasladado a Karolinental, temía que la vida se me iba a hacer intolerable en la gran ciudad. Sin embargo no fue así y por el contrario, mi estado mejoró, lo cual atribuí a la gran cantidad de trabajo, que distraía mi atención a otras cosas. En Karolinental vivíamos en la casa del agente de transportes Jordan, en la calle Königstrasse número 79 y 88. Allí transcurrieron hermosos pero difíciles días.
En noviembre, el primero de 1900, nos nació un hijo varón, el cual, en parte por culpa de la matrona y en parte del médico, que, a pesar de prometerlo, no llegó oportunamente, falleció poco después de su nacimiento. En 1902, los cuatro niños tuvieron simultáneamente la escarlatina y, debido al colegio, me vi forzado a mudarme. El más afectado por la enfermedad fue Erni, debido a que sus riñones fueron tan fuertemente atacados, que la hidropesía se extendió hasta su corazón. Con el objeto de verlo una vez más antes de su muerte, vino su buena tía Heduvig hacia Praga. Un té que encargué de un médico naturista en Tetschen-Bodenbach salvó su vida.
En el verano de 1900, viajamos por primera vez con Erni y Walli hacia el mar Báltico, en el pequeño balneario Dewin en Stralsund, lugar desde el cual visitamos Rügen. Ambos niños caminaron con nosotros desde Stubbenkammer hasta Sessinitz. Los últimos 14 días los pasamos en Bansin, lugar que aún no era un balneario muy conocido. Más tarde estuve dos veces en aquel lugar, una vez con todos los cinco niños y más tarde con mi segunda esposa, Olga, de regreso hacia Inglaterra (Véase uno de mis diarios folletines).
VIAJES
Quiero en esta oportunidad incluir un capítulo que transcurrió, en parte, antes y, en parte, más tarde, pero mientras lo recuerdo debo aprovechar de contarlo.
Se trataba de mis viajes, que me llevaron a conocer gran parte de Europa. La más estrecha y hermosísima patria realmente aprendí a conocer bastante más tarde, debido a que en mi juventud no estaba de moda el caminar. Nos limitábamos sólo a visitar los pueblos vecinos. Mientras más maduraba, con más entusiasmo recorría las montañas del Jeschken, Iser y Riesengebirge.
Hasta los 79 años, cuando mi desafortunada operación, competía en resistencia con cualquier joven y caminaba dos veces a la semana muchas horas, totalmente solo por nuestros hermosos bosques. Ahora, escribiendo esto de regreso del hospital alemán de Praga, todo esto ha terminado.
Siempre había pensado que de tanto caminar mis pies durarían toda la vida. Ahora que sé que no es la verdadera vida la que se ha despedido de mí (27/10/1944).
Durante mi permanencia en el colegio, viajé una vez en las vacaciones con mi compañero de curso, Adolf Jantsch, hasta Budweis, y caminamos por toda la parte sur de los bosques de Bohemia, pero, debido a que el tiempo no era de lo mejor, desviamos hacia Austria alta, llegamos hasta Leviz, viajamos luego por Passau hacia Regensburg, Marienbad, Karlsbad y Teplitz, y después de una caminata por la 'Sajonia suiza', llegamos en buenas condiciones a Reichenberg.
Durante mi permanencia en la universidad no tuve tiempo para grandes viajes. Solamente en Elbogen se me volvió a presentar la oportunidad de visitar un lugar de vacaciones en Genf. Mi esposa me acompañó hasta allí. Lamentablemente tuvimos que cortar abruptamente nuestra estadía antes de tiempo, debido a un telegrama que nos comunicaba una grave enfermedad de mi madre. Ella había tenido un ataque de aplopegía y yacía durante varios días en estado de inconciencia; cuando llegamos a Reichenberg, como si nos hubiera estado esperando, murió al día siguiente de nuestra llegada (18/8/1905).
Las vacaciones escolares durante mi estadía en Elbogen y Karolinenthal las transcurría generalmente en Reichenberg o en sus hermosos alrededores (Hemmrich). Una vez también en la hostería 'Edén'. La ubicación del entonces aún solitario sector de la ciudad nos gustó tanto que decidimos comprarnos el terreno colindante y construir allí un hogar.
Nuestros viajes de vacaciones nos llevaban a Lakolk en Röm, que es la isla más septentrional de Alemania. Föhr, Sylt, Wlstland y Helgoland (islas), las visitamos furtivamente de regreso. En el mar Báltico estuvimos en 1909, con los cinco niños, en la zona del Dahme-Holstein. Esa vez realizamos la proeza de enviar los niños a casa bajo la responsabilidad de Erni, que contaba con 14 años. Mientras tanto nosotros en nuestro viaje de regreso visitábamos Hanuover, Heldes heim, Lünen burgo, Goslar y el Harz (montañas), además Magdeburgo, Halberstadt, Quedlenburg, y luego nos dirigimos a casa pasando por Leipzig y Dresden hasta llegar a Reichenberg, en donde, gracias a Dios, ya se encontraban los niños en buenas condiciones.
Durante una permanencia más prolongada, estuve en años posteriores en Warnemünde y Göhren. Por períodos más cortos visité los balnearios de Rügen, Zinnovitz, Ahlbech, Swinemünde, Musdrow, Kplberg, etc.
Mis viajes a Plagio y al lago Garda están relatados con mucho detalle por Hedwig, con la cual realicé este recorrido, en su libro de viajes. Mi viaje a Konstantinopla (1910) y mi primer viaje a Inglaterra (1911) los relaté, también personalmente, en mi librito escrito para estos efectos. Entre otros viajes, mencionaré rápidamente mi estadía en Köbölbut, en la entonces Eslovaquia, desde donde hice una visita rápida a Budapest. Tampoco debo olvidar el viaje en auto por Alemania hacia Wopswede, en el cual me acompañó Wolfi. Y la visita a Frieda, que en ese entonces era institutriz en Toulon, para la cual pasamos por Trieste, Venecia, Milano, Lugano, Génova, Nizza, Monte Carlo, Toulon, Arle, Nimes, Avignon, Tarascon, París, Duppe, hasta Londres, desde donde regresé luego solo, bajando por el río Rhin hasta casa. Tampoco quisiera olvidar las hermosas vacaciones que pasé en Käsmark, desde donde caminé por todas las montañas del Tatra, las vacaciones de verano en Dittersbach, desde donde visitamos la Suiza Bohemia-Sajonia y en Tanmühl, desde donde pudimos apreciar las bellezas de las montañas de Fummer. También perdurarán en mi memoria mis excursiones en las montañas del Adler y Altvater.
KAROLINENTHAL
Después de este capítulo recordatorio, quiero contar más sobre nuestra vida en Karolinenthal. También la escarlatina de Walli trajo malas consecuencias. Ella contrajo una enfermedad a los huesos, en las articulaciones, lo que demoró años en sanar; a diario me dediqué a curar su herida en el pie, aplicando yodo a un lado del hueso y extrayéndolo al otro lado. A pesar de todo, la herida no sanó. Más tarde recibió una máquina para caminar. Finalmente, a través de un hermano de la Liga, el Dr. Frinta, fue llevada a un sanatorio perteneciente a la ciudad de Viena (Sanatorio Infantil). Está ubicado en San Pelagio, en Istria. Allí estuvo un año y, por medio del agua de mar, su herida finalmente sanó.
Debido a que teníamos una vivienda de gran tamaño, arrendábamos habitaciones para mejorar nuestro ingreso. Este alquiler era también ofrecido a estudiantes. Durante un tiempo tuvimos como arrendatario a una francesa, para que nuestros hijos no olvidaran lo que ya habían aprendido en Elbogen.
En la escuela no me sentía bien. Era como un extraño, fuera de lugar. Parte de ello era culpa del director, de apellido Reinsch, de temperamento inasequible. Por eso me alegré mucho cuando después de tres años conseguí un puesto en la Escuela Real de Reichenberg. Junto a mi nombramiento, fue llamado como director de esa escuela, el profesor Gottwald, cuyo carácter llano y abierto, contrastaba con el del director en Karolinenthal. La labor del director era en aquel entonces no muy fácil, ya que las salas de clases estaban ubicadas en tres edificios distantes (un gimnasio, una escuela y una casa particular). Solamente bajo su sucesor, el profesor Gränzar, fuimos trasladados al nuevo edificio del Colegio Real, en la calle Henrich Liebig. Como vivienda elegimos, después de mucho buscar, la casa del constructor Siebt N°51 en Rosenthal I, en donde, el 3 de enero de 1903, a las 8:45 de la mañana, nos nació un hijo varón, nuestro querido Walter, el cual nos iba a dar tantas alegrías, pero también tristezas. Por supuesto que Erni, Walli y Frieda fueron a la escuela de Rosenthal. Solamente en 1904 ingresó Erni en la Escuela Pública de Altstadt. Fue entonces cuando comenzó el padecimiento de Walli, del cual ya conté, y que finalmente terminó con el tratamiento en San Pelagio.
CASA PROPIA
Ya que contábamos con cinco niños, un empleado y a veces nuevamente una francesa, nos vimos en la necesidad de mudarnos de vivienda para las nueve personas que éramos. Ya en esa época, los dueños de casa no aceptaban de buen agrado como arrendatarios a familias con numerosos hijos. De allí que decidimos, luego de pensarlo un tiempo, construirnos una casa propia. El motivo por el cual elegimos aquel lugar de praderas y campos en la proximidad del gran jardín botánico y que carecía de alcantarillado y agua potable, ya lo he mencionado. Hubo además otro motivo que nos animó a construirnos una casa.
El tío Eduardo, el más joven hermano de mi padre y a la vez el más rico, que ya me había apoyado en mi época de estudiante, había heredado al morir sus bienes a su esposa Enriqueta, pero con el deseo de que a su vez ella lo distribuyera en su testamento en forma equitativa entre sus parientes y los de él. El tío Eduardo tenía además de mi padre a dos hermanos más, el tío Franz, que había sido juez mayor de primera instancia y diputado por Reichenberg en el Parlamento de Frankfurt. Este tío, ya muerto, tuvo dos hijos, de los cuales uno solo (Augusto) aún vivía. Además de mi tío Josef, que finalmente tuvo con mi padre en común un negocio de lanas y que, al morir, dejó solo una hija (Lammert). Mientras que a mi padre le sobrevivían aún cinco hijos. La cuestión se planteó si la herencia de mi tío, cuya mitad correspondía a su familia, debiera ser partida en tres partes, según el número de hermanos, o en siete partes, que era el número de sobrinos y sobrinas. Esta última solución era la que más se acercaba al deseo de mi tío. Sin embargo, los descendientes del tío Franz y Josef intentaron por intermedio de un juicio, dar curso a la primera solución. La ley sin embargo falló a favor nuestro, de modo tal que me permitió animarme a construir la casa. El dinero este no era suficiente, por lo que mis hermanas Ana y Hedwig me prestaron el resto, a un interés muy bajo. Los planos de la casa fueron diseñados junto a mí por el joven arquitecto Rösler Oskar, que había sido alumno mío en la Escuela Real. El trabajo de la construcción fue ejecutado por el constructor Köchlin y el carpintero Laubert, originario este último de Neudorfer.
En 1904 (14 de marzo) falleció la tía Henriette (Enriqueta). El 20 de noviembre de 1905 se colocaron los cimientos y el 13 de enero de 1906 se terminó la armaduría. La fecha exacta en que nos mudamos a la casa no me recuerdo, pero al parecer fue avanzado en primavera el año de la Feria o Exposición. Con cada trabajador de la construcción tenía un trato aparte en lo económico, lo cual me significaba una preocupación mayor, pero también a la vez un mayor ahorro. El costo total, incluyendo la calefacción central y la cubierta de linóleo, fue de 36.000 coronas.
FRANCIA
En septiembre de 1907 hicimos el intento de mandar a Frieda a Checoeslovaquia, para que aprendiera bien el idioma. El intento fracasó. Más éxito tuvimos en proporcionarle a los niños un muy acabado conocimiento de la lengua francesa. Esto lo logramos enviando sucesivamente a Walli, Frieda y Edith al colegio en Francia, a casa de la familia del profesor Lefebre en Machault, el cual, a su vez, envió a sus hijos donde nosotros. Cuando Erni pasaba sus vacaciones en Lyon, en la casa del señor Huvert, en 1914, que a su vez había enviado a su hijo donde nosotros, estalló la guerra y tuvo que regresar precipitadamente.
¡Queridos niños!, en lo que respecta a vuestros quehaceres en el estudio, trabajo, casamiento, etc., le corresponde a ustedes incrementar la crónica de la familia. De mí y vuestra madre haré sólo alusiones cortas, ya que en su mayor parte, todos lo han visto personalmente como adultos.
Mi primera esposa comenzó a enfermarse muy seguido, una vez construida la casa. Fue una lenta y paulatina enfermedad que la aquejaba. Aun hoy no tengo bien en claro lo que era. Posiblemente una enfermedad de los pulmones que abarcaba el corazón. Tampoco los médicos sabían mucho. Nunca fue muy aficionada a guardar cama y una noche se durmió tranquilamente para siempre. Fue para mí una esposa muy querida, también una buena madre, trabajadora, ahorrativa e inteligente.
SEGUNDO MATRIMONIO
Con el objetivo de ayudar a la economía hogareña, ahora sin la madre, y a la vez de proporcionarles a mis hijos, además del francés, el conocimiento del idioma inglés, escribí a un anuncio en el periódico 'Daheim', de una señorita Olga Winifred Goodrich en Londres, que estaba interesada en aprender el idioma alemán. Ella contestó positivamente a mi carta y en otoño de 1913 viajó en compañía de su padre a Reichenberg. Ella era, como ustedes ya lo saben, joven, con apenas 20 años de edad, y, además, hermosa y rica. Su padre era en aquel entonces vice-alcalde del gran Londres.
Con el tiempo comencé a quererla, lo cual no es de extrañar. Pero lo que sí es raro es que ella se enamorara de un hombre 28 años mayor y que, en contra de la voluntad de sus parientes, impuso su intención de casarse conmigo. En octubre la envié a casa, para que junto a los suyos madurara bien nuestro propósito junto a su familia. En navidad fui invitado a Inglaterra, en donde, con la aprobación de sus parientes, se fijó la boda para el 14 de junio de 1914. Ustedes también aprobaron ese matrimonio. Aprovecho aquí para agradecérselos. A pesar de todas las habladurías, fue un matrimonio feliz. Aunque ella fue criada en condiciones totalmente distintas, se acostumbró rápidamente a nuestro sistema de vida. Realizó todo tipo de trabajos, fue también ahorrativa y alejada de todo tipo de placer innecesario.
Ella les regaló dos hermanos, Wolfgang y Elisabeth.
En cambio, perdimos a nuestro Walter, el cual, luego de terminar sus estudios, falleció el 2 de noviembre de 1922, a causa de su largo padecer hereditario.
Yo tenía entonces seis niños que educar, junto a esto tenía que mantener la casa, relativamente grande; todo esto con el medido ingreso de un profesor, con el cual mis colegas solteros apenas suplían sus necesidades básicas. No me quedó más que buscar un ingreso anexo. Éste consistió, en primer lugar, en que fuera del Colegio Real, hiciera clases en la Escuela Superior de Niñas, en la Academia de Comercio, en diferentes cursos de la Escuela Industrial, e incluso hice clases en la Escuela de Garzones. Comencé a adquirir al por mayor los artículos de la firma B.d.D in B y a venderlos al detalle, con lo cual me quedaba una pequeña ganancia. Comenzó a nacer en mí el deseo de dedicarme a la actividad comercial.
Cuando al término de la Primera Guerra Mundial se hizo patente en nuestro país un verdadero hambre por mercaderías, y como ese tiempo pasé medio año en Londres, en donde encontré la forma de satisfacer la demanda de nuestros comerciantes, decidí darle al comercio una salida base, protocolizando la firma 'Dr. Ernst Moeller y Co.'. Al comienzo comercializaba con distintas mercaderías, como lana, leche condensada, cacao, aceite de oliva, linóleo, tela de cuero, etc., generalmente artículos de Inglaterra, Francia, América. Con el tiempo se limitó a la venta de fósforos. Esta actividad me permitió terminar con el problema de la educación de mis hijos y el mantenimiento de la casa, quedando dinero para el ahorro.
Sin embargo, junto a la escuela y los negocios, tuve tiempo suficiente para dedicarme a la vida social en Reichenberg. En 1909 me eligió el cuerpo electivo del Partido Nacionalista Alemán, para integrar el Colegio de Diputados de la ciudad, al cual pertenecí hasta 1919. Entre otros cargos fui miembro de la Comisión de Alimentación durante los años de la guerra (1914-1918), y desde la Kriegshilfstelle (Puesto de ayuda a la guerra) se me dio a cargo la construcción de los terrenos baldíos. Además fui durante muchos años miembro de la Comisión Examinadora de la Escuela de Ciudadanos, y durante por lo menos diez años, crítico de teatro para el Diario del Pueblo Alemán. El poco tiempo que me quedaba libre lo dedicaba a impartir clases particulares. Cuando jubilé en 1928, ni siquiera lo noté, ya que inmediatamente me dediqué de lleno a mis negocios.
Cuando tenía 76 años de edad, se me llamó nuevamente a servicio activo en el Colegio, donde hice clases durante un año y medio, sin que significara para mí un sacrificio especial.
Creo que no soy un mal ejemplo para mis hijos en lo que se refiere a espíritu de sacrificio y trabajo, y gracias a este esfuerzo y ahorro, mis hijos pudieron -y aún pueden- llevar una vida holgada.
Ernst Anton Moeller
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